La leyenda del Ave Fenix relata la historia de un ave capaz de renacer de sus propias cenizas. Es un símbolo universal de la muerte generada por el fuego, la resurrección, la inmortalidad y el sol.
Es un ave mitológica oriunda de leyendas popularizadas en Medio Oriente, norte de África e India.
Se dice que el Ave Fénix habitaba en los desiertos arábigos y que su aspecto se parecía al de una gran garza, mientras dos plumas se asomaban sobre su cabeza a manera de cresta.
Según la mitología del antiguo Egipto:
El Ave Fénix representaba al Sol, que muere por la noche y renace por la mañana. Allí, se la consideraba una deidad protectora, además de representar la Inmortalidad y el renacer a la nueva vida.
Construyeron en su honor un templo en la ciudad de Heliópolis, considerada sitio sagrado al que esta ave regresaba cada quinientos años a morir y resurgir de sus propias cenizas.
Según Ovidio, “cuando el Fénix ve llegar su final, construye un nido especial con ramas de roble y lo rellena con canela, nardos y mirra, en lo alto de una palmera. Allí se sitúa y, entonando la más sublime de sus melodías, expira. A los 3 días, de sus propias cenizas, surge un nuevo Fénix y, cuando es lo suficientemente fuerte, lleva el nido a Heliópolis, en Egipto, y lo deposita en el Templo del Sol”. Como el nuevo Fénix acumula todo el saber obtenido desde sus orígenes, un nuevo ciclo de inspiración comienza.
Para los chinos, el Fénix (llamado “Feng”) es un ave de resplandecientes colores, parecida al faisán y al pavo.
El mito del Ave Fénix se extendió ampliamente entre los griegos, que le dieron el nombre de Phoenicoperus (que significa alas rojas), apelativo que se extendió por toda la Europa romana.
Los primeros cristianos, influidos por los cultos helénicos, hicieron de esta singular criatura un símbolo viviente de la inmortalidad y de la resurrección, así narra la leyenda desde su punto de vista:
Se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas.
Allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro, de bello plumaje y un canto incomparable, y cuyos principios le convirtieron en el único ser que no quiso probar las frutas del Árbol.
Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante.
La inmortalidad, fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a otras cualidades como el conocimiento, la capacidad curativa de sus lágrimas, o su increíble fuerza. Pero, de las propias llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con un plumaje inigualable, alas de color escarlata y cuerpo dorado.
Algunas fábulas lo sitúan posteriormente en Arabia, donde habitaba cerca de un pozo de aguas frescas y se bañaba todos los días entonando una melodía tan bella, que hacía que el Dios Sol detuviera su carro para escucharle.
A lo largo sus múltiples vidas, su misión es transmitir el saber que atesora desde su origen al pie del Árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.
Sin duda el Fénix es un ave que inspira volver a comenzar a pesar de vivir situaciones adversas.
Es un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad.
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