El Messerschmitt Bf 109 fue un avión de caza alemán de la Segunda Guerra Mundial, diseñado por un equipo al mando de Wilhelm Willy Emil Messerschmitt a principios de los años 30, cuando era diseñador jefe de la Bayerische Flugzeugwerke (de ahí que su prefijo sea Bf). Fue uno de los primeros cazas realmente modernos de la época, incluyendo características tales como una construcción monocasco totalmente metálica, carlinga cerrada y tren de aterrizaje retráctil. Después de haber pasado por su bautismo de fuego en la Guerra Civil Española, el Bf 109 permaneció en servicio hasta el nacimiento de la era de los reactores al final de la Segunda Guerra Mundial, tiempo durante el cual fue la espina dorsal de la fuerza de cazas de la Luftwaffe alemana. Con un motor de 12 cilindros en V invertido, el fenomenal Daimler-Benz DB601, el Bf 109 fue complementado, pero nunca completamente reemplazado en servicio, por el Focke-Wulf Fw 190, a partir de finales de 1941.
Originalmente concebido como un interceptor, posteriormente fueron desarrollados modelos para cumplir con múltiples tareas, actuando como escolta de bombarderos, cazabombardero, caza diurno, nocturno y todo tiempo, avión de ataque a tierra y como avión de reconocimiento. Fue suministrado a varios Estados de menor importancia del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, y sirvió en varios países durante muchos años después de la guerra. El Bf 109 fue el avión militar más extensamente producido de la Segunda Guerra Mundial, con 30 573 ejemplares construidos durante la guerra, y el avión de caza más producido de la historia, con un total de 33 984 unidades producidas hasta abril de 1945.
El Bf 109 fue pilotado por los tres ases de la aviación alemanes con más derribos en la Segunda Guerra Mundial: Erich Hartmann, Gerhard Barkhorn y Günther Rall, quienes lograron unas 928 victorias entre ellos mientras pilotaban con la Jagdgeschwader 52, principalmente en el Frente Oriental; así como por el mayor as alemán en la Campaña en África del Norte, Hans Joachim Marseille (también conocido como «la estrella de África»). Asimismo fue pilotado por el mayor as no alemán, el finés Ilmari Juutilainen, y varios pilotos exitosos más, en particular de Finlandia, Rumanía, Croacia y Hungría. A través de un desarrollo constante, el aparato continuó siendo competitivo hasta el final de la guerra, pudiendo enfrentarse con cualquiera de los aviones de caza de los Aliados, y al mismo tiempo mostró los límites de lo que podría lograrse con cazas propulsados con motores de pistones.
Este formidable avión de combate, que se convirtió en todo un icono de la Luftwaffe, fue el interceptor estándar del Tercer Reich y el mayor “as” con más derribos de la Historia de la Aviación.
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